Google delata a un pedófilo.

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Esta noticia podría ser una más, pero no lo es, dado que Google delato al pedófilo por guardar material en su cuenta de correo de gmail evidenciando así que Google sabe todo lo que guardamos en nuestras cuentas.

El asunto es espinoso, si cabe. Polémico, sin duda, porque puede afectar a millones de personas que acceden a internet. Imagínate, un usuario guarda sigilosamente en su buzón de correo electrónico una serie de fotos de menores desnudas. Esta persona, en su foro interno, piensa que, aunque puede implicar un delito -según normativas vigentes en algunos países- no hay forma alguna de descubrirle. Está salvaguardado por la privacidad. Pero no. La historia no es argumento de un videojuego. Sucede en el mundo real.

Google delató recientemente a un supuesto pedófilo, quien había almacenado en su cuenta de correo Gmail pornografía infantil, y se lo comunicó a la policía, que prosiguió a detener a un ciudadano norteamericano de 41 años residente de Houston (Texas). Para ello, la compañía norteamericana avisó al Centro Nacional Americano para el Abuso y la Desaparición de Menores (NCMEC, por sus siglas en inglés) sobre el material enviado por John Henry Skillern, un pedófilo registrado y con antecedentes. Y esa comunicación surtió efecto.

El gigante de internet, dueño de importantes servicios y herramientas informáticas de gran alcance a nivel mundial, revisa el contenido de cada uno de los correos electrónicos alojados en Gmail gracias a un algoritmo. Ese escaneo es automático. La compañía se ha defendido de las acusaciones de intromisión ilegal al considerar que la monitorización de los correos se utiliza para mejorar la plataforma y para generar campañas de publicidad personalizada, que a su vez se traduce en ingresos, de lo que vive el negocio de Google.

Sin embargo, esta detención ha vuelto a plantear ciertos interrogantes acerca de la privacidad de los correos electrónicos personales y el papel de Google en la vigilancia en internet. Las susodichas imágenes que albergaba el detenido parecían estar guardadas bajo llave. Pero no contó con la presencia del «ojo que todo lo ve». Estas fotos las había guardado dentro de su buzón de correo, un servicio en teoría privado fuera del alcance de los demás. «Yo no puedo ver esa información, pero Google sí», reconoció un agente de policía David Nettles tras la detención.

¿Es lícito, legal o ético? Google se ha limitado a decir que «no hacemos comentarios sobre las cuentas individuales», pero la empresa sí ha explicado que el proceso de limpieza de información es algo similar al sistema que puso en marcha en 2008 para tratar de despejar de sus resultados de búsqueda material de abuso infantil. Por tanto, el servicio de correo de Google sí rastrea el contenido de los correos de sus usuarios para saber si se están cumpliendo sus políticas de uso y que no se está difundiendo contenido como material pedófilo, «spam» o «malware». Pero esta actuación se efectúa por medio de «robots» de Google, no humanos, de forma automática.

El pasado año, y tras requerir una explicación por parte de un tribunal federal, los abogados de Google reconocieron que los usuarios no deben esperar privacidad cuando deciden enviar mensajes a una cuenta de Gmail. «Así como un remitente de una carta a un compañero de trabajo no puede sorprenderse de que el ayudante del destinatario abra esta carta, las personas que utilizan el correo electrónico hoy en día no deben sorprenderse si sus correos electrónicos son procesados por el proveedor de correo electrónico en el curso de la entrega», justificó el gigante de internet.

En su momento, estas declaraciones fueron interpretadas como una posible intromisión en la privacidad de las personas. «Google ha admitido finalmente que no respeta la privacidad», aseguró John M. Simpson, director del Proyecto de Privacidad del portal especializado Consumer Watchdog. «La gente debería tomarles la palabra; si usted se preocupa por la privacidad de su correo electrónico no utilice Gmail».

El asunto levanta ampollas. Porque nadie se atreve a apuntar directamente a Google como «facilitador» de información o si se trata de un protocolo de actuación para determinados y puntuales casos. Cada imagen susceptible de apelar a terrorismo y desnudos de menores cuenta con un identificador que, en caso de detectarlo por la propia compañía, hace saltar las alarmas.

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